Capítulo 5: El palacio de Kellynghall
Sección 1: El sótano de la casa
Corregido por Alexis García Hernández
Avanzaba la segunda semana en casa de Casimir y Alex notaba cambios sustanciales en el interior de la misma.
Su opinión no era relevante para ellos, seguían pretendiendo que Alex vivía en una burbuja, aunque aquello no le encontraba razón de ser, pues ya conocía parte de la verdad.
Esto le dolía sobremanera, se sentía solo rodeado de tantas personas, le rechazaban como si fuese a preguntar algo que estallara una guerra mundial. No dejaba de advertir el comportamiento excesivo de la mayoría, lo que le incomodaba.
Si exteriorizaba un poco estas frustraciones y temores, la madre le reprendía duramente. Se sorprendió, al percatarse qué aquella escoba especial, poseía la misma capacidad plegable de “su espada”. Alex de corazón sentía que esta le pertenecía, aunque siendo exactos, la dueña más bien era Rosanna, idea que le agobiaba.
Ambos objetos, los trajeron en ese bolso que poseía su tía, y del cual no se separaba. Estaba diseñado para ese objetivo, lo cual a Alex le resultó curioso.
Hacían uso de aquella escoba constantemente sobre las paredes. Alex le fastidiaba que actuaran como si desconociera su verdadera función. Rosanna, no paraba de señalar su supuesta efectividad para eliminar el polvo.
Además, varios objetos en la casa habían perdido su as de perfección, se agregaban otros en lugares insospechados, un desastre irrebatible. Alex percibía como qué le tenían miedo.
Pero lo más bajo de todo, era que no sólo le afectaba a él, más de una vez apreció que Rosanna se quejaba de un dolor de cervical. Casimir muchas veces se perdía durante horas de allí, porque estaba enfermando. Alis prácticamente no hacía apariciones, le provocaba tenebrosas dolencias. ¡Gemía de un modo tan desgarrador! Luego, estaba Rod qué amanecía siempre con un dolor de espalda, así se repetía ese patrón en todos ellos.
Se observaban las consecuencias de retener la corriente mágica (a conciencia), comprendía que ahí la conexión era superior, y a instantes, vaya que lo sentía en el cuerpo. Sus huesos querían partirse en dos, le provocaba mucho dolor, pero aun así jamás se quejaba, pues significaría negarse.
La sensación fue mayor cuando casi se las arregla para escaparse, dando una vuelta por los alrededores de la calle; lo que tenía terminantemente prohibido. Estaba claro que en Kellstock, se interceptaba un punto geomántico, por lo cual mantenerlo aislado, se les hacía más difícil. Recibió múltiples regaños de su madre, por esa huida, y se comportó de manera muy injusta.
Con seguridad deliberaba qué en Epson Hall no se percibían esas sensaciones, independientemente de que su madre de algún modo sí había logrado acumular un poco de magia. Sus intentos obsesivos prácticamente funcionaban, pero en cualquier instante, una conexión especial estallaría nuevamente, y no sabría Alex cómo describirlo. Una fuerte punzada en el estómago, calambres, hasta cuando tendría que soportarlo.
En ocasiones, movía objetos con la mente, pero tan imperceptiblemente, que lo acusaban de divagar. Pero él sabía que no era su imaginación. Especulaba con malicia, a diario, sobre huir de allí, y verse en su estado natural. Alex estaba listo para aceptar su lado sobrenatural.
Lo segundo que captaba su atención, y en mayor medida; a pesar de fingirlo muy bien, su madre estaba triste, aparte de malhumorada; angustia que un cierto sentido, envolvía todo el lugar, e iba más allá de sus moradores: las plantas del jardín se secaron, las vastas pinturas del pasillo opacaron su color, un tocador de su habitación, envejeció, algo sumamente extraño.
Ahora, cada vez que trataba de indagar, se secaban las lágrimas rápidamente, y declaraban que no ocurría nada, como si Alex fuera un tonto.
Obviamente, faltaban varios sujetos en aquellas revelaciones del día en que alcanzaba los 21. Estaba más que confiado, que esos datos faltantes unían el pasado con el presente, y posiblemente con el futuro cercano.
Pero como si todo lo anterior no fuera demasiado, hasta el escaparador actuaba asustado y tristón, emergían de él extraños ecos. Al principio, el objeto se percató que no tenía que fingir que estaba inmóvil, y correteaba por el patio trasero junto a Alis, tratando de cambiar los ánimos. Aquello se volvió tan común, qué ni se sorprendía al verlo. Pero por ahora, no daba señales de vida.
Lo tercero que atenía, se relacionaba de hecho, a aquel hermosísimo mushky. Quizás fuera una apreciación errada, pero no actuaba tan fiel como comúnmente, vamos, había cambiado su fidelidad, hacia él en este caso.
Ya en una extrema obsesión, la perra forzaba para dormir junto a Alex, un comportamiento típico de un perro, “quizás”, pero acaso, ¿él no era un extraño? Por lo que analizó, los 2, 3 primeros días, se mostraba tan incondicional a Rod, inclusive más que a Casimir, pero la actualidad acataba que su conducta lucía diferente.
No salía a correr con Rod, una de sus actividades favoritas, ni retozaba mordiendo las arcaicas medias de Casimir. Alis sólo seguía a Alex a todas partes, hasta en el baño, con la excepción de sus horarios de comida, o cuando rutinariamente desaparecía unas horas.
Pero lo verdaderamente mágico de aquel can, era la mirada hacia él. Le transmitía como si supiera cosas, como si le conociera desde lo más profundo. Aunque pareciera una desfachatez, no podía evitar apreciarlo así. De por sí, reflexionaba sobre la “coincidencia”, que aún no podía reputar, que cumplían años en el mismo día.
Rod, en ocasiones se ejercitaba en algún pequeño gimnasio de la casa. Alex, un poco aburrido, empezó a acompañarle, no tenía nada mejor que hacer, pero lo hacía realmente porque resultaba muy graciosa la actitud de Alis.
Alex también se documentaba en internet sobre lo sobrenatural, cada vez que Rod le daba la oportunidad de usar su móvil, pero cómo podía entrever lo genuino y lo qué no. De hecho, si uno leía sobre ogros y banshees, los mostraban como seres grotescos y monstruosos.
Pero a su madre la conocía de toda la vida, y no podían estar más que equivocados, “quizás hasta esos galgogs no sean maléficos después de todo”, pero lo dudaba seriamente. Estos en el mundo de las redes no existían. Seguía leyendo, Rod se chasqueaba un poco con él, le decía cualquier dato para enredarlo, incluso le prometió prestarle literatura con información real, pero parece que no se lo permitieron.
Aquella promesa vacía de que no constaba ningún peligro, no se irradiaba en los que allí vivían. Sí existía en Epson Hall, sin embargo, aseguraban que con Casimir rondando no se atreverían a atacarlos.
“¡Casimir quizás sea un fastuoso ángel!, y Linda, ¡un poderoso ogro!, pero la realidad reflejaba que no se aseveraban sus enormes poderes”
Andaban bastante paranoicos, la de ocasiones que divisaba a Rod escondiéndose en el sótano, entrenándose con una espada de características similares a la que él usó contra el galgog; o a Linda intentando hacer extraños rituales a escondidas, que duraban incontables horas. Luego, estaba Rosanna y su dialecto banshee, atrayendo malos augurios en medio de la noche.
Aunque aquello se atajaba como un comportamiento ordinario de la especie, opinaba hilarante, sobre aparecerse en un mal día de su tía. Resultaba tan molesto, que le despertara sólo para asegurarse que se hallaba sano y salvo en su habitación.
Respecto al lenguaje banshee, curiosamente, su madre le confesó que después de tanto tiempo, lograba comprenderlo y hasta reproducirlo, no por gusto estaba en sus raíces.
Para colmo, se incrementaban las salidas repentinas de Casimir, más allá de huir de los padecimientos, en su actuar reflejaba como si se estuviera preparando para algo de mayor envergadura. “Pero ¿qué?”
Aun así, nada escocía más su conciencia que el por qué nunca supo de ellos. Cuántas veces le vio Linda afligirse porque se sentía solo y nunca dio fe de que algo podía cambiar, y no importaba cuanto lo deseara. Nunca sospechó que Linda había alimentado sus fantasías con un deportista, porque era su primo segundo. Pero si había algo que le pinchara aún más que todos esos anteriores argumentos, era el misterio que rondaba a su padre, “¿simplemente desapareció de sus vidas?”
Pero aquel día lluvioso de mayo, por primera vez, se encontraba solo en aquella lujosa casa, un verdadero milagro, y una oportunidad. Duró poco, de pronto, entró Rod con su paraguas.
Nuevamente desciende al sótano, cerró el portón del piso, y como usualmente, Alex por una rendija observó cómo sacaba su espada. Se adelantó con coraje, esta vez no iba a engañarle, ni afirmar: “estoy recogiendo”. Sin más, iba a abrir el portón y afrontarlo, no quería más excusas.
—Me desespero contigo, si vas a pasar, ¡hazlo! No te preocupes, hoy no ando recogiendo, hace rato que cada cosa se encuentra en su lugar —recitó Rod en alta voz, se hallaba ya sobre la escalera a menos de un metro de Alex.
—¿No vas a esconder tu arma?, por favor, mis pensamientos son parte de mí —incordió Alex con tono amenazador.
—No tiene razón de ser, si me has visto varias veces. Sólo acato órdenes de mi abuelo, y disculpa, me hace gracia como crees de verdad, que no me entero de nada —respondió Rod, tan risueño como de costumbre.
—Entonces, ¿no te afecta lo suficiente… ? —indagó Alex entrecortado.
—Me afecta bastante, y de maneras que no imaginas, pero aquí en el sótano estoy a salvo. Los sótanos suelen ser lugares de mucha magia acumulada —inició Rod con cautela—. Mi espada, de hecho puede extraer un poco. Por cierto, no todas las formas de espada de ángeles, son iguales, como llegaste a pensar, que las nuestras se asemejen, supongo es una casualidad.
—No creo en casualidades, para mí es algo del destino. —Expresaba Alex proféticamente.
—¡No tengo ni que leerte el pensamiento!, tus intenciones son tan evidentes. Mira Alex, tengo prohibido hablar contigo, tampoco creo que pueda responder todas tus preguntas, pero lo haré por que lo siento correcto. Sé objetivamente que puedes llegar a ser muy poderoso, pues después de todo eres un Red. —
—¿Qué quieres decir con eso? —Alex interrumpe a Rod.
—¡Olvídalo por ahora! Hasta Alis percibe tu potencial, pero ahora mismo un Red no conviene. Practico con esto casi por obligación. Yo he subsistido como humano, porque así lo deseo, pero los tiempos están cambiando. La eterna ironía, tú que quieres saberlo todo, y yo en cambio, prefiero mantenerme alejado, a pesar de las insistencias de mi abuelo. Ponte en mi lugar, no me concentro en mis prácticas, mis tiempos sólo empeoran, pues mi mundo está dividido, y nadie tiene la culpa. —Rod mostraba su vulnerabilidad por primera vez.
—No es fácil elegir entre mis raíces y mis sueños, y no puedo vivir sin ellos. Sé que ya tengo una prolífica carrera con mis récords y medallas, pero puedo extenderla aún más, pero juzgo que no será, por ti. No te sientas mal, por este comentario. Mis deberes están con mi familia, y no se avecinan cosas buenas, para nada buenas, no ahora que… —Rod hizo una pausa, con congoja y continuó—. ¡Qué tu padre ha fallecido!
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